El mayor beneficio de la inmersión es que estimula el pensamiento lateral. Si sólo nos transformamos, posiblemente continuaremos haciendo lo mismo, pero transformados en otra cosa.
Mi visión profesional es la digitalitzación:
Si lo puedes oír, lo puedes digitalizar…
Si lo puedes ver, lo puedes digitalizar…
Si lo puedes pensar, lo puedes digitalizar…
Si lo puedes digitalizar, lo puedes publicar en Internet…
Si lo puedes publicar en Internet, personas de todo el mundo lo podrán ver, oír y compartir.
Eso sucedía en 1997. Catorce veranos después, en agosto de 2011, Marc Andreessen dijo que “el software se come el mundo». Hoy, con la inteligencia artificial abundante y asequible, la predicción de Andreessen todavía es más real.
Podemos hablar de un nuevo período: el bitolítico. En el neolítico se pudo criar y sembrar todo lo que se podía cazar y recolectar en el paleolítico. Ahora, todo lo que pueda ser software será software y el cambio será aún más grande.
Gracias a la inteligencia artificial podemos procesar los datos desestructurados. El 90% de la información es desestructurada y no era nada fácil de tratar en 2011. Son los datos que los sensores de la IoT ven, escuchan, huelen, tocan y paladean. La IoT es los ojos, oídos, nariz, tacto y paladar del ecosistema digital. Hemos llegado muy lejos con los ordenadores de la tercera revolución industrial, pero en realidad eran sordos y ciegos, sin tacto, olfato ni gusto. ¿Hasta dónde podremos llegar en el futuro? Hablar de futuro es hablar de visión.
Al decir que todo lo que pueda ser software será software, no digo que el producto será el software. Los productos existen para resolver problemas; el caminó será el software en la mayoría de los casos. Por todo ello, es necesario el acompañamiento de bitólogos.